miércoles, 20 de febrero de 2013

El lagarto de Berlanga

El pasado lunes 18 de febrero el periodico El Heraldo de Soria recordaba a todos los sorianos la historia de Fray Tomás de Berlanga y el Lagarto que trajo de su viaje indiano. Un artículo de Manuel Melendo, Os dejamos el enlace
 
 

Manuel Melendo
¿Sabían que en 1535 Fray Tomás de Berlanga descubrió las Islas Galápagos y que de allí se trajo un caimán cuyos restos se conservan disecados en la colegiata de Berlanga de Duero?

Una de las grandes figuras históricas del siglo XVI español y americano es sin duda Tomás Martínez Gómez, conocido en la vida religiosa como Fray Tomás de Berlanga. El insigne fraile nació en 1487 en Berlanga de Duero, muriendo en su localidad natal en 1551.

Estudió en El Burgo de Osma y en Salamanca y en 1508 profesó en la orden dominica, donde, desde el principio, manifestó su deseo de ir a El Nuevo Mundo a evangelizar. En 1510 salió de España hacia América. Una vez allí, en la isla de La Española, fue elegido prior del convento de Santo Domingo.

Posteriormente, en 1531, fue nombrado obispo de Panamá, cargo que ostentaría hasta 1545. En 1533, el emperador Carlos V le envió a Lima como mediador en las disputas que sostenían los conquistadores Diego de Almagro y Francisco Pizarro.
En el viaje, las corrientes marinas le apartaron de su ruta, y le llevaron, tras una travesía de 45 días, hasta un pequeño archipiélago que Fray Tomás bautizó como Islas Galápagos, por las muchas tortugas que se encontró en ellas. Fray Tomás contó en un memorial de tres páginas su descubrimiento al emperador Carlos V.

Aunque fracasó en su misión en Lima de mediar entre Pizarro y Diego de Almagro, Fray Tomás merece ser recordado, además de cómo descubridor de Las Galápagos, como defensor de los indígenas -fue maestro de Fray Bartolomé de las Casas- y como impulsor de nuevos métodos agrícolas en el área del Caribe, introduciendo el tomate. Fue, además, quien en 1536 hizo el primer proyecto para construir un canal que comunicara los dos océanos en Panamá, que fue rechazado por ser demasiado costoso.

A los cincuenta años renunció al obispado de Panamá y regresó a Berlanga, llevándose consigo a un caimán vivo de unos cuatro metros para mostrárselo a sus paisanos como prueba de sus viajes y sus descubrimientos.
El asombro de los berlangueses ante aquel exótico animal debió ser mayúsculo, y por eso cuando al poco murió, probablemente de hambre y de frío, decidieron disecarlo y colgarlo de una de las paredes de la colegiata, como prueba irrefutable de la existencia de tan particular bicho.

No se tardó en inventar una curiosa leyenda alrededor del caimán que los vecinos de Berlanga denominan como lagarto. Cuenta esta leyenda que, una chica joven que todavía era virgen, salió una noche de la casa de sus padres en busca de aventuras amorosas.

Al día siguiente la chica apareció muerta, medio devorada por algún misterioso animal. Al principio nadie pensó en el lagarto de Fray Tomás, pero en sucesivas jornadas aparecieron otras vírgenes en idéntica situación. Finalmente capturaron al caimán que había escapado al control de su dueño, devorando por las noches a las vírgenes del pueblo.
Los vecinos de Berlanga decidieron sacrificar al que consideraban como enviado del diablo, colgando sus restos de la colegiata para exorcizar su demoníaca influencia.

El lagarto de Berlanga se ha convertido hoy en día en un recurso turístico de primer orden, y fue restaurado en 2006, recuperando gran parte de su antiguo esplendor.

Tanta es la influencia del famoso lagarto que hay una confitería en Berlanga que vende unas galletas con forma de lagarto, que tienen tanta fama como el lagarto disecado de la colegiata.

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